miércoles, 4 de marzo de 2009

A la búqueda de organizaciones "saludables"

La salud de las organizaciones1

¿Puede una organización no estar sana?
Javier Fernández Aguado, pensador y speaker español, socio fundador de MindValue,
es autor del libro Patologías Organizativas, donde analiza el comportamiento y
principales enfermedades que pueden sufrir las organizaciones.
Su modelo propone que las organizaciones, al igual que las personas, pueden estar
sanas o enfermas, y proporciona un sistema útil y eficaz para señalar cuáles son las
áreas que se deben mejorar para permitir el desarrollo adecuado de una organización.
Tras varios años de investigación empresarial, ha decidido licenciar a tatum este
modelo para dar respuesta a las principales dolencias y anomalías del comportamiento
organizativo.
¿Por qué chequear la “salud organizativa”?
Al igual que las personas deberíamos acudir cada cierto tiempo al médico a revisar
nuestro estado de salud; es aconsejable que las organizaciones se planteen también la
necesidad de chequear periódicamente su “estado de salud”. Las organizaciones tienen
vida propia, y tanto sus circunstancias internas como las externas, van variando con el
tiempo. La empresa que ayer “estaba sana” puede que hoy no lo esté tanto. Como
todos sabemos la prevención, y con ello el diagnóstico rápido, es clave a la hora de
sanar cualquier tipo de anomalía.
Es muy aconsejable que las organizaciones, tanto públicas como privadas, acudan
periódicamente a un “médico organizativo”, porque al igual que sucede con la salud
física, muchas veces resulta casi imposible el autodiagnóstico. En parte, porque la
visión que una organización tiene de sí misma –como sucede con las personas- está
claramente mediatizada por las propias experiencias y vivencias, “las ramas no dejan
ver el bosque”. Contar con alguien que haya contemplado muchas más organizaciones,
y que haya contribuido a su curación puede ser muy útil.
Cuando una organización acude a un médico, no está en juego sólo la mejora de la
cuenta de explotación, sino también la felicidad de las personas que en esa institución
trabajan. Ganar dinero es fundamental, cumplir los resultados, ineludible; pero que
todo eso se haga en función de una equilibrada felicidad de todos los stakeholders es
lo único que justifica lo demás. Ahora que está tan de moda la medicina preventiva, no
estaría de más que muchos directivos hiciesen un esfuerzo por vivirla a nivel
organizativo. Cuando los males se enquistan son más difíciles de eliminar que cuando
se detectan en sus primeras fases de desarrollo.
Hay dos modos de fracasar en la vida, una como directivo, si no se consiguen los
resultados; otra, como persona, si no se respeta la dignidad de quienes con nosotros
trabajan. Los dos fiascos son malos, pero el segundo es peor. Un scanner personal a
tiempo mediante un buen feedback 360 grados y/o una revisión de la organización
mediante un método contrastado de diagnóstico son buenas demostraciones de
sentido común.
La salud de las organizaciones 2
Al igual que con el médico especialista, no hay nadie que pueda arrogarse la capacidad
completa de asesoramiento. Cada organización debería contar con uno de cabecera
que le asesore sobre a quiénes acudir.
Las dolencias más habituales
Las dolencias más comunes que, con el paso del tiempo, suelen presentarse en las
organizaciones son:
• Falta de calcio, que procede de “la ausencia de suficiente capitalización”
como consecuencia de unos “planes de viabilidad formulados con desmedido
optimismo”. Frente a ese orgullo, “los planes de viabilidad es preciso hacerlos
con rigor y con cierto pesimismo”, por lo que es aconsejable “diseñar alternativas
de financiación a las inicialmente empleadas”
• Carencia de diversas vitaminas, es decir, de la preparación técnicoprofesional
suficiente para sacar adelante un negocio, ya sea porque al
directivo le faltan competencias gerenciales, técnicas o porque no arrastra a su
gente. “Es esencial aprender a motivar a las personas, a estimularlas, a obtener
lo mejor de cada uno de los colaboradores”.
• Insolaciones, que acontecen a las empresas que han vivido en un
invernadero durante mucho tiempo y, de pronto, “salen de la protección sin
tomar las medidas adecuadas.
• Heridas superficiales. “Una organización que no tropieza, al igual que una
persona que no sufre ningún tipo de pequeño accidente, se queda atrofiada. En
este sentido, la capacidad de gestionar el error es fundamental”. Una organización
ha de asumir riesgos continuamente.
• Miopía ante la “falta de capacidad para reconocer los cambios en el mercado”.
• Artrosis, consecuencia de la burocracia organizativa y de “pensar que lo que
ayer fue revolucionario tiene que seguir siéndolo hoy, y se olvida que lo que
ayer fue novedad, ahora es obsolescencia y mañana será probablemente
mentira”.
• Obesidad. “En momentos de bonanza, algunas organizaciones acumulan
grasa”; es decir, “puestos de dudosa utilidad” que “condenan a la ineficiencia” a
la empresa. “Un ejemplo grave es el de una institución que, en pleno declive,
destina a casi un 30% de su plantilla a servicios centrales”, comenta.
• Desánimo y tristeza. “El buen ánimo de una organización queda determinado
por el cumplimiento acabado y flexible de las actividades de acuerdo con los
objetivos precisos, el buen humor sólo es posible si hay un cierto alejamiento
de lo obsesivamente inmediato; si hay nuevas perspectivas”. Sólo con la libertad
y la sonrisa las organizaciones podrán “definir misiones y visiones
ilusionantes”. En este sentido “la base de una organización alegre se encuentra
en que sus miembros tengan un claro y positivo sentido de pertenencia,
producto de una coherencia reflexiva”.
• Esquizofrenia, ya sea por tratar “con guante blanco” a los cliente o maltratar
a los empleados. Hay que alertar contra quienes entonan el cántico de que los
empleados son lo más valioso de la empresa pero luego los ignoran.
• Depresión. Esta enfermedad afecta a las “organizaciones que han perdido la
capacidad para motivar a sus empleados”. “El tono vital se torna lánguido y la
organización como un todo se siente incapaz de enfrentarse a nuevas
aventuras”.
La salud de las organizaciones 3
Hábitos saludables
De todos es conocida la expresión “más vale prevenir que curar”. Es posible que como
personas no tengamos ningún tipo de síntoma de estar enfermos pero, todos sabemos
que en nuestro día a día hay determinados comportamientos y actuaciones que nos
pueden ayudar a mantener un mejor estado de salud y prevenir determinadas
enfermedades.
Nos estamos refiriendo a comportamientos como comer sano, dormir determinadas
horas, realizar ejercicio periódicamente, no fumar, no realizar actividades de riesgo…;
pero también vacunarnos contra determinadas enfermedades (gripe, polio,…), tomar
determinadas vitaminas… Mantener hábitos saludables ayuda a mejorar la forma física
y a prevenir cansancio, enfermedades,…
De igual manera sucede en el mundo empresarial. Puede que una entidad no tenga
ninguna Patología, o incluso que ni siquiera se plantee si puede padecerla. Desarrollar
determinadas formas de comportamiento o vacunarse contra algunos “virus” ayudará a
que tengamos organizaciones más sanas. Cuando los directivos se preocupan de
“vacunar” permanentemente la organización y de favorecer “buenos hábitos” mejora la
salud organizativa y con ella la felicidad de todos los que la integran.
Una primera vacuna: la adecuada gestión de los Recursos Humanos
Existen cuatro herramientas para prevenir gran número de las enfermedades de las
organizaciones. Estas “vacunas preventivas” tienen una íntima relación con una
adecuada gestión de los recursos humanos:
• Por un lado, la política retributiva de una compañía "tiene que ser
inteligente y motivar" al empleado; debe establecerse teniendo en mente los
ingresos y así evitar que un problema de obesidad cause estragos en la cuenta
de resultados si llega una crisis. Han de contemplarse no sólo los elementos
económicos, sino el denominado “salario emocional” que va tomando día a día
más importancia en el mercado laboral.
• Crear imagen de marca entre los empleados es esencial, ya que el orgullo
de pertenencia del trabajador a una firma de prestigio sirve de anticuerpo para
evitar enfermedades. Un aspecto fundamental es que las empresas tengan
interiorizados determinados valores y formas de comportamiento que sean
compartidos por los empleados.
• Que el empleado tenga posibilidades de promoción es otro pilar que hay
que reforzar. Todo el mundo desea ver un horizonte en su desarrollo: la
empresa deberá poner los medios oportunos para conseguirlo.
• Mimar las habilidades directivas, ya que, en muchos casos, son los propios
jefes quienes pueden contaminar al resto de los trabajadores. Se cumple
siempre el dicho “dime la calidad de tus directivos y te diré el futuro de tu
organización”.
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Eugenio de Andrés
Socio Director de tatum, consultoría comercial, de marketing y de personas
Miembro del TopTen Human Resources
www.tatum.es